Las horas marchan a una velocidad impresionante y mi cuerpo sigue tendido en este mismo lugar, a la espera de tu ayuda. Mis días se van sin importar lo que pasa y yo no soy consciente que a mi lado ya no estás. Me encantaría creer en lo imposible, pero qué más da si los cuentos de hadas no existen, solo son míticas historias que me contaban de pequeña para conciliar un sueño que pedía ser remunerado a causa del trajinado día. Las historias se acabaron, solo me quedaron bellos recuerdos que guardare en mi memoria como un guardián a sus secretos. Si pudiese sentir esa mágica sensación que llegue a experimentar cuando niña, diré que me he vuelto a enamorar por fin de la vida una vez más.
Dudas, preguntas… Tengo tantas cosas por descubrir, con tan poco tiempo, es triste ver como se mueren minutos con cada momento que transcurre y estos pasan a nuestras memorias, como cualquier computador descargando información. En algún momento de nuestra vida nos hemos planteado la típica pregunta dudosa ante la existencia de un suceso repetitivo ¿Será que mañana saldrá el sol nuevamente? Pero nos dormimos con la plena certeza de que amaneceremos vivos. Se va el día y con su ida viene la noche, quien arranca de nuestros corazones aquel sentimiento de acongojo dejándonos tranquilidad a quienes hemos sido buenos para así disfrutar de un esplendido sueño profundo que nos hará descansar y alejarnos de nuestros más grandes problemas.
El día se fue y ¿qué hemos hecho de bueno para nuestra vida? ¿Cómo contribuimos a un mejor futuro? Cuando saldremos del circulo en donde vivimos… Me lastima fuertemente ver personas que no se preocupan y el día les transcurre lentamente siendo absorbidos por aparatos electrónicos que lo único que logran es apartarnos de una sociedad que a gritos pide de nuestra entrega y colaboración.
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