La mayoría del tiempo me paso la vida bailando, dando giros, vueltas y volteretas, esperando que eso me llene, que me haga feliz por un instante, luego algo aparece algo o alguien, me hace detenerme (pisar el freno en seco se los aseguro no es tan divertido), me pongo en pausa miro a mi alrededor y me doy cuenta que es lo que he hecho, al vivir el presente diluido lo más que se pueda de modo que sea capaz de tomármelo en un segundo, llegando a un punto de cansancio pues tomarse algo tan poco concentrado no satisface más si refresca, es ahí donde espero más corazón, abro los ojos lo más que puedo y trato de no perder la esperanza, me aferro a lo que este más cerca, creyendo que lo estoy presionando demasiado, que lo asfixio con tanto cariño y descubro finalmente que hay otras salidas. Lo que empieza tan intenso, intensamente se va, así como las estrellas fugaces.
Darse la oportunidad a sentir nunca esta mal, más creer que todos hablaran de ti por tus acciones es un error garrafal. Como seres pensantes, deberíamos actuar según nuestros principios, y nuestras convicciones, no por lo que los demás dirán. Por ende, el escuchar consejos de las personas correctas es una buena opción para construir nuestras decisiones, sin embargo quien las ejecuta al final somos nosotros. Si, es difícil no escuchar lo que otros dicen o especulan, pero colocar en mute el televisor en los comerciales siempre es una opción gratificante cuando lo que se quiere es disfrutar la película.